Aprovechando que estaba solo, anoche, empecé a ver una serie que, de una vez por todas, por favor no fuera coreana. Y entré en un fantástico viaje por Florencia, Italia, con un toque de Sicilia también. Y pensaba si no debería haberla dejado para verla juntos cuando apareció, en el medio de la miniserie, el cáncer. Claro, venía todo bien así que hay que voltearlo, hacer que todo esté mal y que finalmente nos conformemos con lo que quedó.
Desde ya que apagué y me quedé pensando. ¿Qué sentido tiene todo eso? ¿Por qué suelen embarrar un momento de paz con una angustia de aquellas? Y en un momento compré la idea de que toda historia para que sea interesante tiene que contener un drama en el medio, un quilombo, un obstáculo, un problema. Lo recuerdo de las clases de Literatura del secundario. Pero cuando yo asistía a la escuela, mil doscientos años atrás, cuando se resolvía el problema todo terminaba bien. Pero hoy no, en las series yankees, principalmente, cuando se resuelve el dramón quedan menos para la mierda que un par de capítulos antes pero de bien ni hablar. Y me quedé pensando qué mensaje hay en todo esto.
Sé de muchos de ustedes que no miran ni tienen tele ni miran huevadas a la noche, ok, no es para ustedes esto. Salvo que lean diario o vean youtube o interactúen con algo más que el prana entrando y saliendo. Ya que ahí estarían en lo mismo que estoy contando pero con otro director. Así que sigo.
¿Cuál es la idea?
Antes en las campañas políticas nos decían todo lo bueno que iban a hacer. Ahora nos dicen todo lo menos peor que serán comparados con los otros.
Antes las pelis, como dije, terminaban bien. Ahora terminan para el orto pero podrían haber terminado mucho peor.
Antes era normal enfermarse y tomar un remedio para curarse. Ahora lo normal es tratarte de lo que te enfermaste y enfermarte de tres cosas más por el remedio que tomaste.
Nos damos cuenta que no solo bajamos la calidad de vida, sino que bajamos la calidad de expectativas? Es decir, antes uno soñaba con ser algún día presidente de la empresa, premio nobel, Che Guevara o Gandhi, por dar un ejemplo. Hoy rogamos tener laburo, que no nos caguen matando en la calle por robarnos el celu, que la guita nos alcance y que no gane tal en las próximas elecciones.
El patetismo nos alcanzó, por todos lados. Y algunos de nosotros, sé que todos los que me leen también, estamos buscando esquivar ese pensamiento, esos sentimientos, y acá está lo importante: esa idea de realidad que nos quieren vender, regalar, introducir.
Y no quiero pelear contra eso. No me interesa pelear contra el patetismo ya que no solo es mucho más grande que yo sino que tiene más armas. No, me interesa decirle al mundo, como tantos otros, de que existe una vida en tu cuerpo, una vida que no está conectada a la electricidad, que tiene inteligencia no artificial, que puede subir su energía con solo caminar en la naturaleza, que puede amar de mil formas, que puede apagar la tele cuando le duele lo que ve y que no necesita ver como sigue, que el mundo no es malvado, sino que quieren que nosotros lo hagamos malvado.
Quiero despertar ese ser que está en vos acurrucado, esperando que le den autorización para salir. Y sé que no soy nadie para hacerlo, ¡pero le pongo onda!
Si, es horrible ser el raro, el new age, el ridículo que no come carne o la loca que habla de extraterrestres. No es popular estar todo el día al corriente del mundo paralelo, invisible pero que está repleto de energía buena. Pero no nos queda mucho más que hacer.
Aunque uno sea, como yo ahora, un personaje que quedó varado entre el hippie y el cheto, entre el empresario y el artista, entre la derecha y la izquierda, entre lo que uno pueda quedar varado que, joder, me acabo de dar cuenta que me quedé en medio de todo. El famoso ni pito ni flauta.
Pero ya, que me parece que no da más seguir comprando historias que no me gustan, que no quiero cocrear.
Que no da más seguir comprando miedos que no son míos y que ni se me habían ocurrido antes de que me los muestren.
Que no da más seguir invirtiendo lo que me queda de vida en trabajos que me matan y no me gustan.
Que no da para más seguir votando ladrones y mentirosos.
Que ya no da seguir invirtiendo en \”por las dudas\”.
Hay muchas hojas en el suelo en otoño. Y bajo de un árbol todas son iguales. Pero bajo del mismo árbol, cuando miro bien, todas son diferentes. Algunas brillan más que otras, tienen diferentes tamaños, están mejores o peores según alguna regla que pone el observador, combinan mejor o peor, pero todas son hojas, todas fueron vida para el árbol y todas cayeron y son arte para nosotros, los humanitos que las vemos al caminar.
Desde que nacimos estamos muriendo.
Nos dijeron que debíamos educarnos para ser alguien.
Nos dijeron que debíamos esforzarnos para ser alguien.
Y peleamos hasta hoy por ser alguien.
Y lo fuimos.
Y luego fuimos otro alguien.
Y seguimos cambiando de alguienes mientras la vida transcurría.
Y hoy, casi sesenta años después, sigo pensando que me dejé engañar pero que, de alguna manera, siempre vislumbré que había algo raro en todo esto.
Hoy soy.
(O lo intento).
Y te invito a lo mismo.
Y te abrazo. Con principio, nudo y final feliz.
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