Hay días en los que me cuesta escribir, y no me pasa a mi solo sino a casi todos los que publicamos sin tener una idea comercial fija en la cabeza.

No hago esto para vivir. Me encantaría, pero no he encontrado la forma de decir lo que pienso y expresar lo que siento sin tener que prostituirme en medio para ganar dinero a cambio.

Por eso dudo a veces, porque es tarde, porque no tengo un tema claro para hablar, porque siento que puedo aburrir o molestar a los que vienen por las fotos pero no por los textos, porque siempre hay una razón para…

Y hoy, al haber amanecido tarde y ver como se esfumó la mañana, dudé en escribir. Pero entre los pedidos de amistad llegó una persona, de la nada, que es \”amiga\” de una \”amiga\” mía que, al aceptarla, me mandó un mensaje impresionantemente sincero y bello. De esos que logran transformar tu sensación de que es tarde, de que no tenés nada que decir, de que quizás no valga la pena, en todo lo contrario.

Y le agradezco a ella por decirlo. Y le agradezco a ustedes por estar ahí. Dándole sentido a lo que escribo, dándole profundidad a lo que fotografío. Porque necesitamos estar ambos, en este caso yo emitiendo y ustedes recibiendo, así como al revés en otras ocasiones.

Porque eso es interacción, porque esa es la forma de llevar (este mundo me parece poco, esta humanidad me parece, no sé, no cuadra…) esta vida adelante. Si, vida, porque en el fondo lo que compartimos es este momento de la vida, de la mía, de la tuya, de la de cada uno que interaccionamos en estas letras y que, aunque las pensemos como individuo, en realidad las leemos como unidad.

Así que de nuevo, agradezco, desde el alma, que estén ahí para que sigan sumándole sentido a mi vida.

Los abrazo.


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