Agradezco que se hayan ido puliendo estas ideas, que lentamente vayan desapareciendo, pero invito a todos, varones también, y más aún a los que alguna vez usamos un cassette o ya habíamos visto salir a argentina campeón mundial, a que abramos un poco la mira. Que hagamos un racconto de estos últimos cuarenta años y cómo nos fue con el método de siempre, el de cuidarnos y no abrirnos, el de cuidar nuestra quintita solamente, el del egoísmo, el del yoísmo, el del miedo a no tener para comer mientras tenemos un sobrepeso de aquellos.

Creo que no es tan difícil de comprender. De venganzas, enojos, ofensas y maltratos el mundo está lleno. Y así nos va.
¿Que tal si empezamos a buscar otra manera?

Y ahí es donde siento que entra el corazón. Ahí es donde la otra mejilla toma sentido, es donde te das cuenta que todos los que vinieron dijeron lo mismo: Jesús, Buda, Krishna, Sai Baba… Siempre dijeron lo mismo. Pero nunca lo entendimos.

No creo en la maldad en si misma. Pero si en que hubo y hay una intención para que esto no pase. Es más fácil para ellos dividirnos, pelearnos, enojarnos, infundirnos temor, al punto que cuando conseguimos una pequeña estabilidad, nos agarramos de ahí y no soltamos esa balsa ni a patadas. Y esa balsa, que visualizo a la deriva, pasa a ser nuestro mundo, el que tendremos que defender de todo tipo de peligros. (Y acá se me armó un nuevo tema que da para diez publicaciones, así que mejor cierro en este lugar).

Sólo decirles que la balsa es su cárcel.

Los amo. Y los abrazo. Y si alguno llegó hasta acá, le pido que lo relea con el corazón y no con la mente.

Y les agradezco la paciencia.


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