Me he quedado sin palabras.

Un viaje corto a Buenos Aires corto, de una semana, donde encontré la gran ciudad después de la pandemia, ya que no había podido viajar antes.

Y encontré un mundo de gente enojada, atemorizada, desesperanzada, en alguna medida. Un mundo que se refugia en la comida, en las compras, en la tele.

Intenté explicar que el odio solo lleva al odio, que la intolerancia solo la duplica. Intente contagiar la idea de que si hacemos siempre lo mismo los resultados siempre serán iguales. Pero quedó ahí, en intentos.

Y es raro, cuando sentís algo de forma \”tan clara\”, el no poder transmitirlo.

Sé que es parte del camino, sé que es parte de mi aprendizaje, de mi sanación, de mi crecimiento. Y en eso estoy, buscando nuevas palabras para conceptos que tienen miles de años pero que, decididamente, o no entendemos o estamos tan distraídos por ruidos externos que no llegamos a lograr la concentración necesaria para comprender.

La idea es simple. Lo que das lo recibís. Lo que digas del otro lo dirán de ti. Lo que sientas por otros lo sentirán por ti. Lo que pienses del otro lo pensarán de vos. Y no importa lo que creas que sos, porque la persona de la que hablás tampoco cree ser lo que vos creés que es.

Es un camino con flores y espinas al mismo tiempo. Las espinas nos hacen valorar las flores y las flores también nos muestran las espinas.

Ambos coexisten. Aunque me cueste creerlo.

Pero seguiré empujando al cambio.

Los abrazo.


Comentarios

  1. Que importante la mirada de afuera. Se ven cosas que de adentro no se ven o no se quieren ver.

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