Estoy en un grupo recontralindo que me ayuda a pensar en otras cosas. Entre esas cosas, salió el tema de las divisiones, los grupos, las pertenencias. Y, con todo esto, vino al toque el tema de los odios, las peleas, las diferencias, los bandos o la grieta, por ejemplo.
Y sigo sin encontrarle el sentido a pelearme con mis amigos por pensar diferente. Bah, es decir, a que nos surja un sentimiento de enemistad, de elotroesunidiota, sosunfacho o unperonachodemierda como suele decirse en nuestro lunfardo cotidiano.
Me mató el concepto ultra básico de que resonamos con lo que coincidimos, es decir, si leo un libro que dice cosas con las que concuerdo, el autor es un genio, el libro de una sabiduría inconmensurable y todo bien. Ahora, si leo un libro que dice algo que no me gusta por algún u otro motivo, desautorizo al autor o a su estado cerebral del momento o cosas así. Y desde ya que esto no pasa solo en los libros, sino también en la tele, en las redes y todo eso.
Me quedé pensando, entonces, que como a no me gusta sufrir y enojarme, no hago más que consumir lo que resuena en mi misma sintonía y de esta forma, confirmar constantemente mis teorías o darme nuevas herramientas para afirmar más aún lo que pienso.
Tons, si unos siguen a unos y reafirman constantemente y los otros siguen a otros y reafirman exactamente lo contrario, es lógico que la separación sea cada vez más grande.
Esa es la grieta.
Y los que la siguen proponiendo, manteniendo, alimentando y aumentando son también del grupo de villanos en esta película, no nuestros superhéroes.
Porque en esta película los únicos que tenemos el poder de cortar toda esta huevada somos nosotros, lo que suele llamarse “el pueblo”, pidiendo propuestas, alternativas o al menos interés. Pidiendo respeto, como contribuyentes, como ciudadanos, como humanos.
De nosotros, no de los políticos ni de los periodistas, depende que de esta grieta empiecen a crecer flores y dejen de salir las mismas cucarachas de siempre.
Deja un comentario