Hoy, al menos hoy, me cansé de intentar saber qué es lo que veo, tengo más ganas de jugar a imaginar qué siento que es lo que veo, cómo puedo mostrarlo de una manera diferente, cómo puedo ampliar la mirada, la sensación y cambiar aquello que tan definido y obvio se ve de entrada, en algo diferente.
Como si un hongo se convirtiera en una fuente, en un pedazo de una estructura arquitectónica, o en las páginas de un libro, en un pedazo de piano raro, no sé, en una sombrilla o una gran columna que lleva a un techo de rayas.
De esa manera, deja de ser lo físico y pasa a tener un gran imaginario que amplía mi experiencia. Y la suya.
Y pienso que me encantaría encontrar el camino para hacer lo mismo con el resto del mundo y no solo en mi fotografía. Y que lentamente, lo iré practicando, para encontrar otra forma de comprender lo que entiendo, otra forma de ver lo que hoy me cuesta ver en algunas personas o situaciones.
La realidad no es más que una de las formas de interpretar lo que vemos. Una forma que nos \”bajó\” desde que somos chiquitos. Bueno para aprender a manejarnos de entrada, pero bastante restrictivo cuando uno crece y el mundo cambia tanto como lo hizo en estos últimos cincuenta años.
Escucho, en mis viejísimos conocidos, todavía palabras de intolerancia ante razas, religiones o elecciones de gente que no conocen. Reacciones más automáticas que reales. Incluso todavía se me escapan palabras de ese tipo por costumbre, pero para nada respaldadas en ningún lado de mi ser. Son solo letras que juegan a formar una palabra que al ratito me doy cuenta que se escapó y que puede herir. Y, en esos casos, lo dejo pasar, esperando que no haya sido escuchada o, si lo fue, no se haya tenido en cuenta o, si tuve tanta mala suerte, que al menos me conozcan un poquito para saber que no pienso ni siento nada de eso.
Pero cuando esos comentarios los veo tan firmemente respaldados en una emoción, comprendo que muchos se quedaron en una época diferente, una época de postguerra, de diferenciación, de miedo a lo desconocido.
Y hoy, mostrándoles hongos desde otra perspectiva, los invito a pensar qué pasaría si miramos antes de nombrar, si escuchamos antes de catalogar, si sentimos antes de determinar y más que nada, si pensamos antes de creer.
Quizás vean que existe un mundo no tan patas arriba, no tan raro, no tan violento, no tan intolerante, no tan…
Y si ven eso, a la vez contribuiremos a formar el nuevo mundo, ese que decimos que no tiene arreglo, que no cambia más, que…
Los abrazo.
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