Estoy en el banco donde suelo encontrarme con mis guías, pero hoy no vienen o al menos no lo hacen todavía.
En eso, se acerca un animalito, como una ardilla, desde mi izquierda, desde el camino entre los árboles. Se acerca, me mira. Y se transforma en una persona que se sienta al lado mío.
Hola, me dice.
Hola bello, estoy asombrado todavía. ¿Cómo estas? Bien.
Tenía que hablar con vos, me dice.
Es persona y es ardilla, castor, no se, algo así. No puedo describirlo, la visión es vaga. Sólo es una sensación de persona pero que en realidad es un animalito del bosque.
¿Estoy en los registros, no? Si, lo estás.
Te escucho, atento.
Nuestro mundo, y con eso me refiero a los lugares naturales, vírgenes, donde viven los animales, está amenazado. Lo sabés, todos lo saben. Y necesitamos una ayuda más allá de lo que imaginás.
No entiendo, ¿me estás diciendo que necesitás ayuda a lo Greenpeace? No, eso es mentira, eso no sirve, eso es interés, es parte del mismo que nos amenaza.
Necesito conexión, hablar con los humanos, llegar a la gente.
Bien, te entiendo. Mucho.
¿Y cómo puedo ayudarte? Necesito que hagas de nexo.
Con gusto. ¿Ahora? ¿O constante?
Ahora, al menos. ¿Podes escribir? Si, desde ya.
Mensaje a toda la humanidad:
Durante años nos hemos escondido y hemos intentado esquivar vuestras ofensas, vuestros ataques, no contra la vida en si misma, sino contra la pureza, la riqueza, la vida misma. Durante décadas hemos sobrevivido y fuimos reduciendo nuestros espacios de vida. En todo el mundo, no hablo de un lugar en particular ni una selva o bosque en particular, todos pueden ver lo que tienen cerca y apreciar cómo fue perdiéndose el mundo natural.
Y no, los triunfos, no son más que limosnas a cambio (se refiere a la recuperación de zonas hechas reservas o cosas así). Es importante que empiecen a vernos como pares, como seres que comparten el mundo con ustedes, como seres que hacemos el mundo con ustedes.
Es importante que dejen de vernos como inferiores. Fue amor el ofrecernos como alimento. Fue respetar el lugar y lo que debíamos vivir, nosotros éramos su alimento, ustedes respetaban el nuestro. Equilibrio. Eso se llama equilibrio.
Pero cuando el equilibrio se pierde, la balanza se golpea. Y si, es hora del golpe, lo avisamos muchas veces, muchísimas veces. Y acá va una vez más.
El hombre tiene que aprender a vivir y compartir su hogar con los otros seres que viven en él. El humano tiene que abrir los ojos de su corazón y ver, mirar. No somos estorbo, dañinos, amenaza, mascotas. Los árboles no son un sostén, una materia prima ni las plantas son sólo alimento. La tierra no es la estantería donde ustedes pueden hacer y poner lo que quieran.
Equilibrio.
El equilibrio es una melodía. La vida debería ser una melodía. Pero llevaron a la tierra a ser notas disonantes y agresivas.
¿Por qué? Lo sabemos. ¿Para qué? También.
¿Pero no es ya suficiente? ¿No es momento de empezar a revertir?
No les pedimos que no coman carne, no les pedimos que no construyan casas o hagan papel. Ni siquiera les pedimos que no hagan minería.
Sólo les pedimos, nosotros, los habitantes de bosques, selvas, ríos, aguas en general y de todos los ambientes, los seres materiales y los etéreos, que sean conscientes, más conscientes al momento de vivir.
Que despierten.
Que entiendan que cada acto tiene una consecuencia. En ustedes, en nosotros, en todo.
El niño, la niña, las inundaciones e incendios, los huracanes, los terremotos, los volcanes, los maremotos, no son expresiones ajenas a ustedes. Son reacciones. Pero nos dañan a todos, nos perjudican a todos.
Al venir pactamos la experiencia. Y sabíamos que iba a ser difícil. Pero no imaginábamos que para nuestro mundo los humanos serían los malos malotes, el diablo en la tierra, iluminatti, cabal como quieran llamar a eso que atenta contra la felicidad, a eso que te hunde, te quema, tu miedo mayor. Tu amenaza.
De nuevo, no les pedimos más que consciencia.
Darse cuenta que al caminar en un bosque, caminan en el medio de una gran avenida repleta de seres, mucho más llena de seres que en sus grandes ciudades y donde cada ser vive su vida y tiene su mundo, como ustedes también.
Consciencia. Respeto.
Eso les pedimos.
Me mira y me dice: gracias, ese es mi mensaje.
Gracias a vos, respondo.
¿Pero por qué a mi? ¿Qué puedo hacer con esto?¿Publicarlo? ¿Llegará?
No lo sé, calculo que no, imaginamos que no, pero no tenemos otros medios. Lo intentamos. Y no lo hacemos por nosotros, sino por ustedes.
¿Querés hacerme una pregunta, no? Si. Admito que si, nunca había hablado con un animal, esperando que no sea ofensiva la palabra. No, no lo es, desde ya.
¿Qué pasa con los alimentos animales? No es una crueldad, del humano, comer animales? No. No lo es. Sabés que todo es un plan, sabés que todo está planeado y el alimento a ser comido es liberado antes, tiene otro destino, otro juego.
El ternero sabe que se va a ir antes, también los peces, los pollos. A veces no son más que envases vacíos.
Quedate tranquilo, el problema de comer animales no es por ese lado.
¿Y puedo preguntarte cuál es el problema entonces?
La falta de empatía, de respeto, de amor. Esa maldad, ese odio al matarlo, esa brutalidad o esa inconsciencia. Eso daña más al hombre que el animal muerto en sí.
Por eso, no se les pide que no los coman, no se les pide que no los maten, se les pide que honren el alimento. Que honren el plato que tienen ante ustedes, no solo de animal sino también de verduras o de lo que sea.
Honren y agradezcan, pero no el plato de comida que se les concede, sino el ser que quedó de lado por eso, ya sea lechuga, pollo o nuez. Porque todos podían tener otro camino, otro destino también.
Honrar el alimento es eso.
Y no, no te preocupes por si es animal o vegetal, más que en lo que se refiere a tu salud, a tu equilibrio, a tu momento.
Gracias.
Tengo que irme. Te agradezco.
Y yo a ti.
Nos abrazamos, luego reduce su tamaño y se va.
Me quedo solo en el banco. ¿Creé yo, eso?
No, me dice un guía a mi lado. El resto de los guías y seres se acercan ahora.
Ahí tenés una idea. Sos representante del mundo natural, como tantos otros. Es importante que lo defiendas, que hagas que lo valoren, que lo respeten.
Si, cada hoja, cada animal, cada planta y árbol.
¿Foto? Si, foto. Y actos. Al caminar.
Siento que hay algo que no termina de cerrar acá, ¿puede ser?
No más vida animal, salvo que no quede otra, salvo que quieras probar, salvo esos piques, pero mejor no.
La frecuencia que tenés que mantener todavía no está tan estable, no está tan dominada y todo eso puede bajarte, es más, te baja seguro.
Aprendé a danzar entre las nubes.
Aprendé a vivir en la tierra y con la tierra.
Nada más tengo que decirte al respecto.
Te agradezco.
Leo, me dicen, el mensaje que se te dio es para que lo esparzas.
Bien, lo siento medio obvio.
Si, lo sé, es así. Es sincero,
Y no es sólo para ellos, es para vos, te da letra de como comunicar eso.
No te olvides de los otros fotógrafos, no te olvides de la gente que cuida el medio. Es importante que también sean conscientes.
Te abrazo.
Yo a vos, gracias.
Algo más que decirme?
No, no por hoy.
—
Cerré mis registros y me quedo.
Aparece Aitiuh, mi guía, a mi lado.
¿Como lo llevás? Me pregunta Aitiuh. ¿Cómo llevo qué?
El mensaje, el encuentro.
Siento que algo no entendí.
Si, puede ser, me dice.
¿Vos ves qué fue?
Si, no te diste idea de lo que pasó. No era un animal, era Gaia misma. ¿Eso fue mio? No.
Es ella la que te pide eso.
Generar consciencia.
Generar respeto.
Lo releeré más tranquilo.
Dale.
Publicalo tranquilo.
Te abrazo.
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