No es de hombres, sentir.

La otra vez, escuchaba de los diferentes tipos de apegos que podemos desarrollar según lo que vivimos en nuestra infancia.

Por un lado me sorprende y por otro me encanta encontrar mis características descriptas, tan detalladamente, que en alguna medida me dice “no, no estas tan mal, y si lo estás, tranquilo, hay y hubo muchos como vos”.

Pero no iba a eso, sino a otra parte de ese episodio, donde dice que para generar una amistad, sobre todo a esta edad (digamos, cuando uno ya no va al primario ni al secundario), es importante alimentarla desde los dos lados (ese sería el primer punto) y el segundo es que también es importante mostrarse entero o, si no querés entero, al menos, y esto ya va con mis palabras, dejar ver todos los matices del ser que uno es.

Y de nuevo, esa sensación de: “joder, no estaba tan errado”, vino a resonar con que hace años ya que me pudrí de mantener relaciones solo por miedo a quedar más solo, por culpas imaginarias o simplemente creyendo en que si, como yo tengo horarios más variables soy el que tiene que mover.

Y también, y esto es más de los varones me parece, que no estaba tan mal lo de sentirme incómodo entre personas con caretas de super héroes como si estuviera en un cumple de 8 años, es decir, personas que quieren aparentar que está todo bien para no enterrarte en sus miserias pero que, a la larga, lo único que logran es que los encuentros sean superficialidades permanentes.

Sé que son mambos míos, sé que le busco el pelo al huevo y sé que quizás éste no es el mejor lugar para decirlo, pero también sé que no todos los varones son idiotas, sino que también sienten, también temen, también dudan y también, por momentos, necesitan una mano.

Admito que eso sí, se lo envidio a las mujeres. Al menos por lo que me tocó ver acá, en Patagonia, en el momento que me tocó vivir. Imagino que es otro coletazo del supramachismo que vivimos tantos años y que en lugares como el que vivo, que en alguna medida son más duros, inhóspitos, con mucha gente de campo y donde uno puede reinventar su vida al mudarse, es más común.

La soledad es interesante. No es un lugar al que uno va por elección siempre ni tampoco es algo que se siente siempre que uno está solo.

Pero es sabia.

Y lo dejo ahí. Y, por favor, no es un lamento todo esto. Sino expresar lo que vengo sintiendo hace años, que me sorprende y que siento que en alguna medida no se ve.

Los abrazo

PD: el episodio del que hablo y que super recomiendo (si no es ese otros del mismo podcast) es:

Mientras respires estás a tiempo, ep 16, soledad


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