– Es momento de matar las reinas de las chaquetas porque es el momento en que retoman las actividades.
– Hay que talar y bajar todos los pinos por el peligro de incendio.
– Sacar toda la rosa mosqueta porque es invasora.
– En sí, mejor cortar y talar todo lo que pueda incendiarse, sea invasor, pueda provocar algún peligro, no me guste, no me caiga simpático, me de miedo o si…
Entiendo que hay gente alérgica a la picadura de chaqueta, ahí comparto. Que hay casas bajo bosques de pinos, vale, de acuerdo. Pero entrar en la fobia desmedida?
El peor bicho exótico de la zona somos todos los que vinimos, que multiplicamos la población a la enésima potencia.
Que trajimos los pinos (y al decir pino me refiero a todos los pinos, los abetos, los cipreses, y todo lo que “parece” pino y que bajan por igual), las rosas mosquetas, que trajimos los perros, los gatos, que modificamos la naturaleza para poder vivir, que contaminamos, que rompimos, cortamos, ensuciamos…
Pero nos desquitamos con la chaqueta, con la mosca de la fruta, con los pinos, con la mosqueta. Y ahí entra el glifosato y los insecticidas en lo que pocos años antes elegimos porque era un paraíso sano y natural.
Y las vaquitas de San Antonio (mariquitas), que hace unos años eran una dulzura hoy son una plaga que nos preocupa.
Y de pronto entre las bellas montañas comprendimos que hay volcanes y que los volcanes a veces se comportan como tales.
Y que el río donde disfrutamos los veranos en primavera se puede poner jodido.
Soy yo solo o se siente una sensación de capricho de niño mimado?
De “quiero vivir en un lugar paradisíaco de ensueño”, pero que de a poco vas convirtiendo en la ciudad desde la que viniste porque te da seguridad.
Creo que muchas veces se pierde el foco.
Y le echamos la culpa de nuestros miedos a otros seres que solo hacen lo que saben hacer.
¿Cuándo podremos dejar un poco de lado la antropoestupidez y comprender que todo tiene un orden? ¿Aunque sea un pino?
La ascención viene empinada, muy empinada, parece.
Los abrazo.
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