Aprovecho este dibujo de hace unos meses, que se llama \”vacío interior\”, de mi serie de enfermedades del mundo, para contarles algo que siento que a algunos puede servirles.

Sobre todo para aquellos que no pueden parar de correr todo el día y hacer cosas para sentir que son alguien, que logran ponerse al día, pero que en realidad no logran vivir sus vidas pensando en los otros, rogando a los otros, arrodillándose ante otros para que los aprueben, los amen, los mimen, los vean, los valoren, los…

A los que esto no les resuene, desde ya les pido disculpas por tanto texto al dope (aunque tienen permitido saltar hasta el \”Los abrazo del final\”).

Ayer me preguntaba por qué nunca logré sentirme “suficiente\”, y lo siguiente es un extracto de lo que me dijeron:

\”No te sentís suficiente y no sos suficiente porque no te creés suficiente.

En esta vida se te dio todo lo que pediste, para que comprendieras que el no ser suficiente no es de otro, sino tuyo.

¿No sos suficiente para quien? ¿Cuál de todos aquellos para quienes no fuiste suficiente fueron más importantes que vos? Desde ya que es una visión un poco bizarra y mentirosa pero, ¿fue alguien que admires por sobre todo? ¿A quién admirás? ¿Tenes un nombre? No. Todavía no.

Y no lo tendrás. Jamás. Porque SOS el nombre.

¿No es un poco egocéntrico?

Ese es un calificativo de la tierra, fijate cómo lo tomás o cuánta pelota le das.

¿Quién es tu héroe? No tengo héroe. Lo sabés.

Si, y por eso vos fuiste tu héroe.

El camino del héroe. ¿Ves por qué te llamaba tanto? Si.

Al no poder ser suficiente, tuviste que serlo para vos. Y en eso estás, peleando contra la insatisfacción eterna con uno mismo.

¿Peleo con eso? Si. Y siempre pelearás si no sanás esa sensación o hasta que comprendas que el no verte suficiente no fue un problema, al contrario, fue lo que te hizo que tengas que armarte desde cero.

Si te hubieras sentido suficiente: no hubieras viajado, no hubieras abierto alas, no hubieras vuelto al sur, no hubieras conocido los bosques, la montaña, la naturaleza, no hubieras viajado por el mundo, no hubieras trabajado tan cómodamente ni cambiado de carrera, no hubieras hablado lo que hablaste, investigado lo que investigaste, amado lo que amaste y llorado lo que lloraste. Si te hubieras sentido suficiente no hubieras ido a Santiago ni tenido un hijo ni mudado ni despertado, no hubieras sido fotógrafo ni caminante ni peregrino, no hubieras buscado a Dios, ayudado y sufrido. Si te hubieras sentido suficiente, no hubieras ido a apoyar a tus padres en un mal momento, no hubieras hablado con amigos, parejas o hija cuando están en problemas, no hubieras crecido, soñado y creído en muchas cosas.

Sentirse suficiente, muchas veces, solo te detiene. Al menos hasta que llegás a ese punto donde te das cuenta que nunca serás suficiente y siempre serás más que suficiente.

Los abrazo.


Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *