Equilibrio.

Los guías se van y quedo solo en el banco. Gabriel, se da vuelta y viene hacia mi.

Sé qué estás pensando, me dice. Y si, sé que lo sabe. Que hay mucho para contar hoy, pero no sé por donde ir. No logro interpretar lo vivido ayer y tampoco sé bien para qué fue.

Primer axioma básico: todo lo que es, es. Eso ya lo sabes, me dice.

Por lo tanto, sabes que el haber ido a encontrarte con un amigo que está “enfermo” tenía un sentido, más allá de lo que los convocó a reunirse.

Si, desde ya.

Por un lado está la enfermedad, en eso no puedes hacer nada. Pero por otro lado está tu estar ahí. En eso ya si puedes dar una mano. Pero no porque puedas iluminar al otro, no porque puedas ayudarlo a ver cosas que no ve, sino porque puedes abrir el juego. Abrirlo a lugares que quizás él, no sospechaba.

Y no importa a donde llegue, no importa cuánto de esto pueda quedar o no, el momento ya lo vale.

Pero hay una cosas más que llama la atención, y es tu “confrontación” con alguien que ve la vida desde un punto absolutamente opuesto a vos. Y acá, lo más difícil es sacar el “quien tiene razón o quién no”, “a quién le fue mejor y a quién peor”. Acá lo interesante es comprender la otra mirada y qué podés hacer con eso.

Ayer viste lo que es un mundo biológico absoluto. Cómo hay un enigma y nada se puede hacer hasta que no se decodifique o hasta que alguien invente una oración que sirva de consuelo o de condena para este amigo tuyo.

¿Será verdad lo que le digan? No importa. Lo importante es lo que él haga con eso, no la enfermedad en sí.

Hasta ahora, dice Gabriel, solo te estoy explicando qué pasó y qué viste.

Si, lo entiendo, y no, no me había dado cuenta ni de la mitad de estas cosas. Bien, pero no veo por acá como ayudar.

Te siento tocado, golpeado, lo sentiste. Sentiste el golpe. Ayer. Tranquilo. Las palabras llegarán, las sensaciones y susurros también. Bajá las manos un poco y relajate.

En eso, veo venir a Aitiuh desde la izquierda, desde el otro camino. Hola Aitiuh, ¿cómo estás? Bien, me dice. ¿Y vos? Bien.

Poné tus manos en el corazón y quedate ahí un ratito.

Está bien, está todo bien. Está pasando lo que tenía que pasar. Por eso Gabriel arrancó con el primer axioma.

Eso no habla de vos, no habla de él siquiera, de tu amigo.

Eso habla de planes de alma, el de él de vivir eso para despertar, el tuyo para que vivas el despertar de otro, para que lo ayudes, para que estés o simplemente para que veas lo que fue tu propia búsqueda, eso no es importante digamos, o fundamental.

“Todo lo que es, es”, quiere decir que si, que el manual que te llegó ayer te llegó, que el recetario de la semana pasada también tenía que hacerlo.

Que no hay bien o mal, honestidad o deshonestidad sin autorización, sin un guiño del todo.

Nunca encontrarás lo que no has de encontrar. Nunca piratearás lo que no has de piratear. Y si, hay veces que son tentaciones que se te ponen. Pero no para castigarte, sino para forjarte. La espada no se la pone en el fuego para derretirla, sino para luego endurecerla, y esto también es así.

El piratear software, el bajar libros, películas o lo que sea, tiene un rango, tiene un, no sé, un modo de ser que suele costarte. Como la comida. Una cosa es un chocolate, otra cosa es una barra entera.

No hay bien o mal en los actos, hay bien o mal en el tamaño del acto, en el no escuchar tu ser interno parándote o llamándote la atención al hacerlo. Y sigo con la comida porque sé que lo entendés más fácilmente.

El problema no es comerte una medialuna. El problema es cebarte y zamparte tres al hilo. Y al día siguiente otra vez.

Podes buscar un libro, bajarlo, pero no hace falta bajarte toda la colección por si las dudas.

Lo que se presenta es porque tiene que llegar. Lo que se busca obsesivamente, es lo que luego se tiene que curar, medir o al menos revisar.

La vida les da avisos, dice Aitiuh, pero ustedes tienen la increíble capacidad de ignorarlos, desestimarlos y hasta modificar el sentido con tal de no moverse de lo que el ego indica.

Eso es lo que hay que sanar.

Volvemos al equilibrio.

Todo, todo, todo tiene su opuesto.

Y el punto medio, podría decirse, es o debería ser tu hogar.

Desde ya que no llegarás, y no digo que no llegarás fácilmente, sino que calculo que por muchas vidas más no llegarás, pero si te irás acercando en algunas cosas y en otros temas no, quizás te alejes o posiblemente en todos vayas acercándote suavemente, despacio.

De los siete chakras conocidos. ¿Cuál es el central?

Te espero ahí. Te veo ahí.

Cuidate.

Aitiuh se levanta y se va.

Gabriel me mira, sonríe.

Inclina su cabeza y también se levanta y se va.

Y eso hago yo también, callado, en silencio.

Gracias a ambos.

Gracias.

Vamos Azho? Vamos.


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