Es difícil escribir de la soledad. Ya que en alguna manera siento que no es cierta, que es solamente una idea, un pensamiento, una sensación, no sé, algo así como una emoción que no sale o no quiere o no dejo, pero que no es real.

Amo a mi familia, amo a la persona con la que comparto mi día a día (léase esposa, compañera, pareja…), a mi hija, a mi familia grande, mis viejos, hermanos, etc… Pero aunque ellos están y sé que no estoy solo, sin embargo la siento. Esa soledad que me dice, de alguna manera, que a la larga soy yo conmigo mismo. Ese momento, en que uno sabe que es uno y ya. Y que por más que estén los otros es uno el que pelea con sus demonios, el que tiene miedo, el que intenta conseguir objetivos. Los demás son compañeros de viaje, más cercanos, más lejanos, pero no dejan de ser “externos”.

Dos días después de que apareciera esta palabra (“soledad”) en la mira, llegaron tres amigos, ex compañeros de laburo, de vacaciones para pasar unos días en casa con nosotros. Y fueron días increíbles. Una conjunción perfecta de charlas, abrazos, emociones, caminatas, comida, sobremesas interminables, fotos, risas y llantos. Días en los que en ningún momento tuve esa sensación de soledad profunda. Y en este momento, luego de haberlos despedido hace menos de veinticuatro horas, me quedé pensando qué tienen ellos que no tienen los demás o qué fue lo que provocaron para que mi sensación cambiara.

Pero como no tenía idea, le pregunté al universo cómo puedo hacer para no sentir esa soledad profunda, sobre todo teniendo tanta gente hermosa alrededor que amo, que sé que está, con la que comparto mucho.

Y me respondió que mientras viviera desde el ego estaría separado, en cambio, si lo hiciera desde el amor estaría unido. A todos los seres, a la tierra, a lo que quiera.

Si, ok, respondí, suena muy lindo, pero ¿cómo hago en este mundo mundial para vivir en el amor? Sé amor (y admito que me encanta cuando me responde rápido, cortito y directo).

¿Y cómo hago eso? Viví en tu corazón, no en tu cabeza, centrate en lo bueno, no en lo malo, centrate en el bien, no en el mal, centrate en lo positivo, no en lo negativo. Construí, abrazá, sentí, acompañá. Agradecé. Eso es ser amor.

No juzgues, critiques, mires mal, no envidies, no celes, todo eso.
Estás en soledad cuando te consideras diferente a los otros, cuando creés que sos tu cuerpo. Este, por diseño, estará separado siempre, si o si.

Y eso fue lo que provocó el encuentro con personas que conozco hace tanto tanto tiempo, a pesar de que no nos vemos más que una ve cada tres o cuatro años, luego de dejar de trabajar juntos hace más de veinte años, las juntadas cada vez hablaron menos de la historia laboral y fueron creando presente, sincero, abierto, de ese en el que te exponés entero. En tantos años vividos ya somos parte de los otros, los cuatro tenemos mucho de los otros en nuestro ser actual y eso genera una conexión más allá de la habitual.

Esta experiencia, se convirtió en una vivencia emocional, racional, real, amable, agradable, increíble. De apertura total, emocional y que apagó la soledad por unos días dejándome con ganas de más.

Pero tengo que construirlo en este nuevo mundo.

Alguno se anota?

Los abrazo.


Comentarios

  1. Me gustó! Me dejó pensando.
    Interesante la reunión con los excompañeros.
    Cambio el punto de vista.
    Te quiero!

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