Patear el tablero.

He leído en muchos lados que conviene centrarse en algo, en un tema específico, especializarse. He escuchado muchísimo acerca del multitasking o su otra variante, estar en mil cosas a la vez.

Más de una vez quise definir a qué me dedico. Pero cada vez que lo hice sólo logré dejar una parte mía afuera.

Más de una vez me pregunté por qué no sobresalía en nada, ni en los deportes ni en los trabajos ni en el estudio, en las relaciones o lo que fuera. Nunca sobresalí con las fotos ni con los textos ni con nada de lo que hice. Pero sí fui lo suficientemente bueno como para preguntarme por qué no alcanzaba. Y las veces que quise especializarme noté que rápidamente me cansaba, que lo que hacía dejaba de interesarme.

Hace tiempo comprendí que esto venía conmigo, estaba en mi personalidad, en mi carta astral, en mi plan de alma o en lo que creas que define a alguien. No dedicarme a algo sino a muchas cosas y juntarlas, unir conceptos, ideas. Saber un poco de todo pero mucho de nada. Por eso mi mente está todo el día tirando líneas (buscando relaciones diferentes) entre los puntos (cosas que conozco) para ver qué nueva figura se arma. Por eso suelo estar todo el día con esa necesidad imperiosa de meter información, leyendo, viendo videos, escuchando audios de gente, música, caminando en la naturaleza o en la ciudad, hablando con todo el que se me cruce y otras cosas así, para tener más variables para relacionar.

Pero ayer sentí que ya había sido suficiente. Que ese mundo repleto de líneas y cosas estaba terminando. Como muchas otras cosas que siento que se acabaron, al menos dentro mío. Hay muchas cosas que ya no quiero hacer, muchos grupos en los que ya no quiero estar, muchos diálogos que ya no quiero tener ni escuchar y muchas imágenes que ya no quiero ver.

Esto es algo que vamos haciendo a lo largo de la vida. Ir creciendo y cambiando gustos, ir dejando atrás ciertos temas y buscar nuevos. Pero siento que esta vez fue de golpe, todo juntito. Pero a pesar que en el momento cúlmine me sentí raro, enojado, cansado, frustrado, hoy me siento más liviano, con menos carga. Más tranquilo.

Y les cuento todo esto para ver si a alguno también le pasa. ¿Soy yo solo? ¿Siguen sintiendo ganas de hacer lo mismo que hicieron durante años? ¿Siguen llenándolos las mismas personas? ¿Las mismas charlas? ¿Las mismas ideas? ¿Siguen teniendo los mismos sueños para cumplir?

Siento que es un lindo momento de patear el tablero (y van…), pero esta vez no volver a sacar todo, ponerlo en el suelo y evaluar con qué sigo y con qué no al estilo Marie Kondo. Sino largar lo que ya no me llena y que eso signifique lo que quiera.

Si me acompañan un minuto más les cuento una última idea. ¿Saben qué noté? Que me pudrí de fundamentalismos. No soy fotógrafo de naturaleza, soy fotógrafo. Es más, ni fotógrafo soy. Soy artista. O pará, ni eso. Soy humano. Aunque si me atengo a lo que creo. Soy un ser. No, mejor aún. Soy lo que soy. O…

Yo soy.
Si, simplemente eso.

Los abrazo.


Comentarios

  1. Ya que llegaste hasta aquí, aslo. Es un buen momento.

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