Cerro del buque.

Fin de semana en que fui a dejar las guías de insectos hasta San Martín de los Andes y, como siempre, voy por el camino de siete lagos, en Neuquén. En esa ruta, es obligado para mi pegarle una mirada, al menos por un momentito, al Cerro del Buque. ¿Por qué?

Porque es lo que hice que fotografiaran en una de las fotos de mi primer viaje al sur, de mochilero, en el 84, pocos meses antes de entrar en la colimba. En aquel momento cargaba una mochila de casi treinta kilos, pesada como el demonio pero que no me impidió sentir esa conexión con el lugar que, cuarenta y tres años después sigo sintiendo aunque viva acá. Y que explota más aún cada vez que vuelvo a esa zona que, en aquel momento, recorrí en gran parte a pie viviendo un éxtasis absoluto.

 

Me divirtió hoy esta idea, el reflejo de dos momentos, aún habiendo pasado más de 40 años entre ambos. Y agradezco sentir, todavía, casi la misma sensación.

Y me encanta.

 

Los abrazo


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