Una visualización. El Merkabah.

Esta historia viene larga, la publico así para una amiga.

Tiene otro estilo y quiero que quede claro que, al ser mi camino personal, no tengo idea cuánto aplica a todos. Yo imagino que si, que aplica, que todos podemos vivirlo, pero ni idea cómo es en los demás.

Es largo, así que pueden obviarlo, es la juntada de tres textos, que es lo que tengo hasta ahora pero que viene de textos mucho más largos y anteriores. Toda la primera parte fue en Egipto y veré si algún día puedo compilarla, esta sería la continuación.

Les recuerdo que cuando pregunto ¿es mio? me refiero a si eso me lo inventé yo o lo hizo mi mente y no es que me lo hayan dicho. Generalmente estas preguntas aumentan cuando aumenta lo “raro en lo que sucede” porque dudo si es autentico o lo estoy inventando yo.


Aparezco en la loma reseca de tomillos. Sigue reseca, ¿volvió a resecarse? No, es otra, me dice Aitiuh.

Azho está con nosotros, ¿no Azho? Si, estoy.

Caminemos, me dice, y caminando veo que aparecen piedras, como en Pilcaniyeu, ¿es mío eso Aitiuh? No no es tuyo.

Entramos en la zona de pierdas inmensas, ¿es la estepa patagónica? si podría serlo, pero no es importante. O si.

Caminamos entre las piedras y en una de ellas encontramos una entrada, como a una cuerva. Entramos.

La entrada es baja como de setenta centímetros, pero rápidamente se baja a una cueva dentro, es como que está abajo de una gran piedra.

Entramos en un lugar que se va embelleciendo rápidamente, como si lo de afuera no fuera más que una fachada, más que si se hubiera construido esto dentro de una cueva.

No logro ver el lugar bien, pero pararé un poco para analizarlo.

Veo brillos. Como si hubiera cosas que brillaran, metales, en todos lados, hay como cuadrados blancos donde están apoyadas estas cosas brillantes, o parece algo así. El lugar es más bien oscuro, pero se ve bien, según siento, porque en realidad no logro distinguir nada.

Esta vacía de gente, la veo a a Aitiuh caminando, buscando algo, y yo me quedo cerca de la entrada porque de tanto asombro no consigo avanzar.

Me acerco a un objeto de esos y veo algo parecido a una cadena, con cosas en sus eslabones, es de belleza, no de tortura, como adorno.

Son como piedras y objetos trabajados, muchísimo.

Voy más adentro, camino, hay de todo. Espadas también veo. No siento energía dañina ni mala, se está bien, se está a gusto. Es como si hubiera entrado a un depósito de cosas que me pertenecen, pero no a mi, sino a mi raza, a mi civilización, como que no soy intruso, tampoco es mío, pero es como si lo fuera.

A lo lejos, a mi izquierda, veo una pared más iluminada, hace rato me llama la atención y voy hacia ahí. Es una pared donde hay objetos más importantes, pero veo una espada, una corona y algunos adornos. Eso no me corresponde, es decir, no debo acceder y lo siento dentro mío. Lo miro y me da respeto.

Aitiuh no va buscando, va paseando, sonríe ante cosas, recuerda con otras, la siento a gusto, pero a la vez sé que está esperando algo y puede que lo esté esperando de mi.

Vuelvo a meterme en la sala a deambular.

Debo encontrar algo, pero no sé que es. Siento que puede ser un octaedro, no sé por qué viene esa imagen a mi cabeza.

Veo una pirámide transparente, de cristal, del mismo tamaño de lo que fue mi pirámide rubí. ¿Es esto? No. No lo es.

Saco mi pirámide granate. Y la levanto con mi mano. ¿Está relacionado? No.

Aitiuh, ¿podes ayudarme? Si, ahí voy.

Está bien lo que pensás, tenes que encontrar algo, no, no es tuyo, es para vos. Y si, yo podría ayudarte pero prefiero que lo hagas vos.

¿Y cómo lo hago? ¿Hay algún truco? No, sintiéndolo.

Conectate con lo más profundo te tu cardíaco y fijate a dónde vas.

Se esfuma y aparece a lo lejos, mirando. Azho se quedó en la puerta. Y yo, ahí. Camino entre las tarimas que exhiben las cosas. Veo collares, pulseras, abalorios de ese tipo, pero no es ninguno de ellos.

Veo pirámides y cuarzos, pero tampoco. La tarima que tiene muchas piedras diferentes, tampoco me dice nada.

Uno de armas y escudos, tampoco.

Veo un octaedro de rubí. En el aire. Solo, arriba de una de las tarimas, no, no es de rubí, es transparente ahora.

Como el que visualicé en el lago, como el cristal de Arcturus.

Pero sé que mi mente creó eso así que lo dejo ir. Si es, ya volverá. Hay algo ahí, en la misma mesa, la luz blanca le pega fuerte. Voy hacia ella.

No hay nada flotando, no hay nada grande. Dos, tres centímetro como mucho de alto puede tener.

Una pirámide, cuatro lados, es decir, tres y la base, por momentos transparente, en otros de oro.

En la de oro recuerdo Egipto.

Una figura bastante etérea aparece, la levanta y me la da, es una figura femenina, bella, amorosa, levanta la pirámide dorada y transparente a la vez y sin tocarla me la da. La figura es como transparente también, es todo aire, vapor, humo, no sé como decirlo, agarro la pirámide con las dos manos.

Es liviana y etérea cuando es transparente, es pesada y maciza cuando es dorada.

No puedo parar de mirar la figura del ser que me la dio. Es bella. No me recuerda a nadie.

Visualizo esa pirámide junto a mi pirámide granate y me dice que sí con la cabeza.

Entonces saco mi pirámide granate. Sé que esa va para arriba, la nueva va invertida.

La doy vuelta a la otra, y junto las bases.

Pero no se quedan. Ni como transparente ni como dorada.

Lo doy vuelta. Transparente arriba, granate abajo y tampoco. Y la de oro tampoco.

Hay algo que no veo en todo esto.

Ella me mira, su cara no tiene expresión.

Dibujo en el aire una pirámide, un triángulo y ahí visualizo mi pirámide granate. Debajo e invertida dibujo la dorada. Y ahí si se juntan y empiezan a girar, la de arriba como las agujas del reloj, la de abajo en contra. En el aire. No son sólidas.

Y ambas se vuelven transparentes o se vuelven amarillas o rubí.

Y me dice, algo, que rubí es la dureza, la fuerza, la protección,

Que dorado es la sanación la conexión, la divinidad, el sol, la energía.

Y por último, que transparente es mi vehículo. En ella puedo entrar en toroides, puedo descansar, puedo unirme con el todo.

¿Lo encontraste?, me dice Aitiuh a mi espaldas, lo creaste, lo comprendiste, ¿vamos?

¿Qué hago con él, Aitiuh? Lo tengo en el aire, frente a mi, como de treinta centímetros de alto, girando. Cambiando de colores.

Agarralo con las manos, se irá reduciendo entre ellas y guardalo en tu cardíaco. Ahí pertenece.

Y ahí estará cuando lo necesites.

¿Ya no usaré más la pirámide granate? No, ya no más.

Fue un primer paso, de la tierra que vos tomaste y que tu yo superior moldeó.

Esta segunda parte se te dio desde el éter.

¿No es de la tierra? No. ¿Siriana? No. ¿Arturiana? No. Es del todo. Esa parte viene del todo. De todos ellos y de muchos más.

¿Era mía? No, se te otorgó.

Vamos, ya es hora de salir.

Salimos de la cueva, despacio, salimos de la zona de piedras y aparecemos en la casa hexagonal.

Nos sentamos.

Bien. Tranquilo, dejemos acá por hoy, o al menos por ahora.

Relajá. Volvé a vos. Y luego seguimos.

Gracias Aitiuh. A vos.

Gracias Azho. De nada.


II parte. La iniciación.

Pienso en ir al jardín de los registros, pero no, se me está mezclando mucho los registros con mis guías y si bien no esta mal, hoy siento que debo ir para otro lado. Y me aparece un círculo dentro del bosque, de un bosque. Un bosque verde intenso, bello, un poco húmedo, lo necesario. Un círculo con sol, pero al atardecer, más bien al atardecer de primavera con clima templado.

Me siento en un tronco y espero ahí, pidiéndole a mi mente que se quede un ratito tranquila.

Estoy en el medio del espacio abierto, redondo, y pregunto si puedo acondicionar el lugar, me dice que si, Azho, que lo haga, así que pongo un tronco y me siento apoyando mi espalda en el. Pongo otros troncos alrededor del centro, que debería ser una hoguera, pero la imagen que viene a mi alma es que en el medio, la hoguera, será la pirámide rubí.

Y mientras lo escribo, veo la pirámide transparente, la de cristal, invertida debajo.

Siento que tienen una onda esférica que llega hasta el límite del bosque y para arriba y para abajo. Tendrá tres metros de alto la pirámide, no más. Y lentamente van llegando seres.

Azho, ¿Estás? Si estoy.

¿Podes decirme quienes son, Azho? Tus guías., los seres de luz que te acompañan.

Veo a Aitiuh entre ellos, ¿fue mio eso? Si.

Bien. La saco y que aparezca sola y si, lo hace por detrás mío.

La palabra iniciación viene a mi mente. ¿Fue mía? No.

Aitiuh me dice: fue mía. Si, esta es tu iniciación.

¿Puedo preguntarte en que, Aitiuh? En el despertar, es un nuevo paso, un paso fuerte, un rito, pero que no es vacío, no repetitivo.

No sabiendo quien residiría, veo bajar un haz dorado, naranja y en él viene una figura arcangelina, pero la veo quieta tipo estatuita, no perdón tipo las tarjetitas con los santos. No recuerdo el nombre ahora (estampita).

Baja y lo hace dentro de la pirámide, queda parado en el medio mismo del círculo.

La pirámide se pone transparente , pierde intensidad, por momentos desaparece, en otros vuelve, pero él esta en el medio.

¿Aitiuh? ¿Si? ¿Es un arcángel? Si. Y más aún.

¿Sé quien es? Si. ¿Es mío esto? No. ¿Es Uriel? Si. ¿Es mío esto? No.

Uriel mira hacia donde estoy yo. El centro tiene como una llama resplandeciente, naranja, amarilla, roja, hace como fuego, pero en realidad es él y algunos destellos de la pirámide.

Y me pregunta: no no pregunta, empieza a mover la mano. Y siento que todos hacen algo, con las manos o murmuran o asienten o entienden. Yo me pierdo mirándolo.

Abrí tu corazón para estar más adentro del círculo. Conectá más, me dice.

Aitiuh me pone una mano en mis lumbares y noto que los chakras se abren y empiezan a trabajar, adelante, atrás, arriba abajo, gira la energía y lentamente va levantando y levantando.

Así es, me dice él, así es. Gracias Aitiuh. Ella lo mira y sonríe.

Estas bendecido ya, por eso no volveré a hacerlo.

Apunta sus manos hacia mi y me envuelve en una bola anaranjada. El resto desparece, como si quedáramos nosotros dos aislados dentro de esa inmensa energía.

Ya no habrá maestros ni mesías, sólo vos y tus guías, tus seres de luz que vengan a ayudarte aconsejarte o guiarte.

Ya no habrá mesías, no quiero que dudes, no quiero que lo pienses.

Resonar será tu palabra.

Lo que tus sentimientos sientan, lo que tu cuerpo sienta, lo que tu cuerpo diga. Él manda.

No te bases en palabras, ni tuyas ni de otros.

Uriel, ¿puedo hacerte una pregunta?

Si, las que quieras.

Primera, ¿dónde puedo leer más y entender más del rayo naranja? La mejor forma es viviéndolo. Ya sabés todo lo que tenés que saber del rayo porque viniste con él, yo solo lo estoy activando un poco más. Racionalmente no te dirá mucho, pero si lo necesitás volvé a leer lo que tenés escrito. Del libro de los siete rayos.

Se me borró la siguiente pregunta.

Tranquilo, irás dando pasos lentos pero seguros.

¿Como llegaré a más gente?

Ya estas llegando, solo que no lo sabes. Y esta bien que no lo sepas, es preferible que seas sincero, auténtico.

¿Empezaré a tener más claridad con mi resonancia, con la energía? Si. A medida que la incorpores la verás más. Acordate de lo que dicen: si das un paso hacia mi yo daré cien hacia ti. Esto es lo mismo. Necesitamos que ustedes vengan para nosotros ir. Yo, tus guías, todos los seres de luz. Te deseo un buen despertar.

Lentamente se apaga el tubo y quedamos todos en el circulo. Uriel desaparece y la luz fuerte e intensa del centro se apaga. Queda la pirámide, pero como apagada.

Los guías se levantan y se van. Son más que en los registros, diría que treinta o cuarenta, más o menos.

Bienvenido, me dice aitiuh. Miro mis manos y son azules. Azho sonríe.

Miro al cielo y está estrellado. Es una noche divina.

Un haz o más bien toda una capa azul zafiro empieza a cubrir la tierra, si la miro de arriba veo mi círculo en medio del bosque y refuerzo la capa azul.

Vuelvo a mi tronco. Y Aitiuh me dice, ¿vamos?

Dale.

Volvemos al jardín de los registros y de ahí cruzamos la reja y bajamos por el camino blanco hasta la puerta.

Yo me quedo aquí me dice. Adiós. Y bienvenido.

Gracias Aitiuh

Gracias.


III. El Merkabah.

Paso la puerta, subo por el camino y voy al banco. Mis guías siguen ahí, esta Aitiuh al lado mío o no, Gabriel es el que esta al lado, Aitiuh esta parada.

Bien. Acá estoy, me llamaban? Si. Hay un nuevo paso para vos.

¿Un nuevo paso en mi despertar? Si.

Si, es momento de juntar conceptos. Ahora juntarás geometrías sagrada, como te imaginabas, con tus dibujos, tus fotos, tus textos y tus visualizaciones.

La pirámide ya es geometría, como el Merkabah, es sagrada y eso queremos que sientas ahora.

No se quien habla, pero creo que es uno de mis guías, ¿es así? No Uriel. ¿Sos vos Uriel? Si. ¿El arcángel? Si.

Y para eso iremos al bosque. ¿Es mio esto? No.

Estoy en el bosque, en el claro. Estoy en el tronco y Uriel en el medio.

Hay guías pero no tantos. Esta Aitiuh, Azho, Gabriel.

Bien, me dice Uriel, ven al medio, me acerco y a medida que llego él se desvanece o se corre, que no entiendo como es eso.

Ahora, saca tu triángulo rubí y agrandalo.

Hago eso, lo saco de mi pecho y lo agrando hasta caber dentro.

Bien, pregúntame.

Uriel, nunca se si verlo con cuatro lados más la base o con tres lados más la base.

Es perfecto con tres, me dice. Ahí lo vi, gracias. Y veo que son tres y que se cruzan, exacto.

Bien, une tus dos pirámides. Lo hago y ahí se ponen transparentes diría.

Si, esta bien, mantener los dos colores es casi imposible. Siéntelo, parado en medio deja las manos quietas y siéntelo.

Dentro del Merkabah, no sentí mucho, pero de golpe surgió de adentro mío empezar a hacer afirmaciones, pedir despertar, salud, claridad, una y otra vez, mi cuerpo hace movimientos para adelante (mi cuerpo real acá en el escritorio) y sentí que debía pedir despertar, aclarar, curar, comprender.

Y de golpe, mi Merkabah apareció arriba del lago Puelo, conmigo adentro, ahora sentado y entramos en el agua, bajamos, hasta el cristal de Arturus, que es igual, pero más grande.

El Merkabah se pone en medio del otro, el grande y pregunto, ¿hay alguien aquí? ¿Alguien me llama de aquí?

Si, el cristal, me responde una voz. ¿Uriel? Si, soy yo.

El cristal del lago te llama, el cristal de Arcturus te llama. Es tu conexión, tu batería de recarga, tu lugar de sanación.

¿Es un portal? Si, también, pero no siempre para trasladarte, puedes asomarte ahí para sanar, para entender, para recargarte.

¿Es mío esto? No.

¿Qué he de hacer? Sentarte tranquilo y transportarte ahí o pedir ir ahí, dentro de tu Merkabah, este será tu vehículo ahora.

¿Y puedo ir a donde quiera? Si, Egipto también, prueba.

Voy a Egipto y veo a Sal, nos abrazamos y visito a Madame. Aparezco en el templo de Anubis o en el cuarto de armas. Voy a España, a lo de Josefa más tarde, al pozo. Al pueblo de las batallas. Voy a la nave, y más arriba, con el creador. El le agrega esferas a las puntas de mi Merkabah.

¿Para que no lastime son?

No, porque te completarán, me dice y me deja marchar.

Intentaré dibujarlo luego.

¿Uriel, es como una nave? Digamos que si.

¿Lo que veo en mi mente son recuerdos? ¿Son visualizaciones o son imaginación?

Una combinación de los res.

Podés ir a lugares, que conocés por ahora, y verlos.

Lentamente podrás ir viendo lo que sucede, por ahora va a ser difícil, pero no imposible.

¿Hay límite?

Lo personal, lo privado, no tiene sentido ir ahí, no sería el amor lo que te mueva a hacerlo.

¿Hay peligro, debo protegerme?

No es para jugar, si para investigar. El Merkabah mismo te dará protección. Intenta algo que no conozcas.

Intento ir a Antártida, y veo un continente blanco, veo bases, pero la base que veo es más grande que las conocidas, es inmensa, una semiesfera enterrada.

\’¿Es o es real? Si.

¿Puedo entrar? Si, pero te diría que no, no sos tan fuerte aún.

Vuelve por favor.

Aparezco en medio del bosque.

Desarmalo, primero la pirámide de abajo, quedo en la otra pirámide que llevo también a mi pecho.

Bien, ahí comprendí.

Ese es tu cuerpo espacial, tu nave tu protección.

¿Eso es activar mi Merkabah? Si, en alguna manera si, porque ahora lo tendrás adentro.

¿Y que función cumple cuando está dentro mío?

Te conecta. volvamos al banco.

Y yo, trasladándome con el Merkabah, ¿puedo hacer sanaciones de luz, como me enseñó Aitiuh?

Exacto, ahí tienes la respuesta que me hiciste antes. Ahí esta el sentido.

¿Algo más para decirme?

No distraigas tu camino.

Empoderate.

Decide qué te hace bien y hazlo.

No dependas, no pidas permiso, no te excuses. Ayuda, acompaña apoya, pero no pongas tu ser adelante de eso, sino que estate entero para hacerlo.

No te dividas, no te conflictúes.

Sos divino, sos importante.

Amate, respetate, sé integro.

¿Seguís siendo vos Uriel? Si. ¿Es mío eso? No.

Tu integridad es lo que hace que los demás respeten, escuchen y aprovechen para brillar.

Tu luz, contagia luz.

Tu brillo dará brillo.

No son tus palabras solamente, sino tu luz.

Sé impecable, no dudes, no vaciles.

Gracias. ¿Puedo preguntarte qué significa ser impecable?

Impecable en tus actos, en tus palabras, en tus deseos y pensamientos.

Es no decir malas palabras, intentar evitarlas no vendría mal, pero no, no es por eso,

Me muestra una imagen de cristal, pura, perfecta, delineada, un cubo, una pirámide, no son ostentosos, son simples, eso es impecabilidad me dice, se así, comprensible, transparente, claro.

Y tu camino será más simple, más efectivo, más directo.

¿Lo uso para comunicar? Si.

¿Algo más? No, está bien por hoy.

Gracias Uriel.

Gracias seres bellos. A todos.

De nada.

Un placer para nosotros.

Llevo mis manos en gesto de oración y bajando la cabeza digo, Amen.

Hacen los mismo y me repiten amen.

Gracias gracias gracias.

Azho, ¿venís conmigo?

Voy.

Gracias.


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