Dejé de publicar, el año pasado, cuando me di cuenta que lo único que me salía eran palabras de bronca hacia uno y otro lado de la grieta, o hacia los que estaban a favor o en contra de las consecuencias de la pandemia, de los que veían las cosas de una manera o de la otra. Lo intenté una y otra vez, pero siempre terminaba escribiendo enojado contra uno u otro bando, tomando partido de un lado o del otro.
Pero, hace unos días, mientas escuchaba una entrevista, me encontré con el concepto de las dimensiones y me gustó lo que entendí. Por ejemplo, que los humanos, cuando estamos en dos dimensiones, vemos las cosas como blancas o negras, como buenas o malas y no podemos pasar de ahí. Es común que cuando estamos en dos dimensiones entremos en un loop del que no podemos salir y esto es, generalmente, porque enfocamos mal el problema.
Si me enfermo y me enojo porque me enfermé no podré resolver nada, simplemente entro en un círculo vicioso de miedo y bronca por haberme enfermado y no puedo salir de ahí.
Si me angustio porque esta pandemia me encerró y me impidió hacer un millón de cosas pasa lo mismo, quedo girando en un mundo de dos posibilidades, como puede ser que me suelten o que me vuelvan a encerrar y de eso dependerá mi felicidad o mi infelicidad, mi futuro o mi falta de futuro.
Y eso, amigos, es la grieta. Es algo bueno o algo malo. Y, desgraciadamente, siento que nos están empujando hacia ahí, hacia la segunda dimensión. ¿Quiénes? Eso se lo dejo a ustedes, cada uno sabrá quién es, pero les juro que ya no tomo más partido, porque hoy por hoy diría que todos empujan hacia el confrontamiento.
La tercera dimensión aparece cuando lo hace la conciencia testigo, cuando enfrento el problema y veo qué hacer con él o, simplemente, lo acepto y sigo adelante. Y, como siempre, en el momento en que aprendo lo que tenía que aprender, el problema deja de existir ya que no hará falta que continúe.
Esto es lo que necesité para volver a publicar acá, el comprender que las cosas son como son por los motivos que sean. Y que ninguna de esas circunstancias es mía, que yo no pedí vivirlas (al menos concientemente) e, incluso, sé que no las quiero. Pero como llegaron a mi vida parece que las necesito, así que bien, las acepto.
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Les cuento, de paso, que hace un tiempo ya que me arremangué y empecé a mojar pinceles en acuarela, plumines en tinta o simplemente tirar trazos con estilográficas o las viejas rotring de la facu. No persigo ningún objetivo claro con todo esto así que, por ahora, sólo me sirve para aflojar las manos y vivir el presente, tranquilo, mientras espero que se seque la pintura para hacer una nueva capa. Para que todo lo que dibujo no quede tan escondido al pedo en una pila de hojas, por ahora ilustraré el blog con lo que vaya saliendo de estas prácticas…
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