Que la ciudad no te impida ver el bosque.

Intenté escribir un texto divertido una y otra vez pero no salió. A pesar que estoy de excelente humor hoy.

Intenté, luego, escribir un texto ocurrente que pudiera acompañar esta nueva ilustración que salió en la semana. Pero tampoco salió. Bien, no estoy muy ocurrente tampoco así que no tenía por qué salir algo así.

Mi cabeza está sobresaturada de código, de comandos, archivos, bases de datos, órdenes, condiciones, objetos, libros en inglés que se cruzan, se mezclan y una terrible ansiedad por superar la etapa de empezar algo que ya había empezado hace mucho tiempo pero, por otro lado, disfrutando cada paso en un intento de comprender y aprender bien a programar, a escribir código, para poder diseñar páginas web en serio. Conseguí mil libros, uno mejor que otro. Pero cada vez que empiezo uno al rato me dice que tengo que ir un paso para atrás y el otro también y así empecé seis libros esta semana. El MySQL, me mandó al PHP, que me mandó al CSS, que me habló del Javascript, que me mandó al HTML del que quise apender algo de responsive que me volvió a mandar al HTML. y tantos comienzos comenzaron (justamente) a marearme.

Así que en algún momento del dia me escapaba a dibujar, un rato, a vaciar la cabeza de contenidos, a exigirles a mis pobres ojos un poquito más.

Y los dibujos me devuelven el aire. La paz. La alegría.

Ahí me doy cuenta que hay momentos,
en que el código no me deja ver la página web,
así como la ciudad, muchas veces, no nos deja ver el bosque
o, el hartazgo de la cuarentena no nos deja ver nuestra verdadera vida.

por Leo F. Ridano en Leo Ridano https://ift.tt/3glcbn6
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