
Quedé entre dos mundos. No soy parte de ninguno o lo soy de los dos. No lo sé. Realmente no lo sé.
Y son diferentes, absolutamente diferentes. Solo se cruzan cuando uno necesita del otro. Uno tiene médicos y abalorios, el otro alimentación y naturaleza, uno rebalsa de entretenimiento y distracciones, el otro de aire y tradiciones.
Nací en uno. Vivo en otro.
Logré irme del primero pero no termino de entrar en el segundo.
En todos estos años, siento, se agrandó el espacio entre las personas, a pesar de vivir más juntos. O quizás, solo sea de las personas que a mi me tocaron. No lo sé.
Siento que en algún momento del camino perdí la conexión con la gente o, posiblemente, en El Camino mismo haya sido tan fuerte que ya no volví a encontrar algo así. Quién sabe.

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