“La fuerza de voluntad, como un músculo, se fatiga por uso excesivo”. Esto es un problema porque, aunque dividamos nuestra vida en categorías como “trabajo” y “hogar”, la realidad es que tenemos un recurso energético que se usa para todo tipo de actos de autocontrol, es decir: no solo resistir las tentaciones alimentarias, sino también controlar los procesos de tu pensamiento, controlar tus emociones, controlar los impulsos e intentar desempeñarse bien en tu trabajo y otras tareas.
Ayer leía esto en el libro de Laura Vanderkam: Que hace la gente existosa antes del desayuno. Me encantó, porque me explica demasiadas cosas que pasan hoy en día, que me han pasado toda la vida y que no dejaban de ser un enigma para mi.
En ese párrafo explica por qué fumaba cada mucho más a la noche que a la mañana, el por qué las dietas se rompen a la tarde o a la noche generalmente, por qué si no salí a hacer ejercicio a más tardar al mediodía luego se me hace casi imposible hacerlo y cosas así. Mi cambio de alimentación, casualmente, se fundamentó desde la mañana hacia la noche, siendo fácil mantenerlo en el desayuno y el almuerzo, complicándose para la merienda y siendo casi imposible no convertirme en el hipopótamo de Pumper para la cena. Hasta meses más tarde la costumbre transformó este estilo de alimentación en algo habitual y, al dejar de usar la fuerza de voluntad para mantenerlo, ahora se llega más fácil. O luego de todo un día en el laburo, tirarse ante la tele un ratito y cinco horas más tarde no poder levantarse habla en gran parte de lo mismo: “ya sufrí todo el día, ahora quiero hacer lo que me gusta”, pero como con el cigarrillo o la noche de joda, a la mañana siguiente te quedás pensando qué es lo que “te gusta” realmente.
Nunca había pensado en la fuerza de voluntad como algo que se gastara, que perdiera fuerza. Creí que se tenía o no se tenía y ya. No que uno tenía fuerza de voluntad y luego ya no.
Tengo un amigo que se levanta a las 5.30 para trabajar tranquilo hasta las 9 al menos. Hora que el mundo empieza a trabajar e interrumpe cualquier cosa que quiera encarar. Muchísimos escritores encaran su trabajo antes de los horarios lógicos y también muchos encaran el ejercicio diario. Todo esto se basa en el mismo principio.
No puedo recomendarles el libro porque todavía no lo terminé, pero sí les recomiendo la idea. Qué pasaría si le dedicaran una hora menos a Netflix a la noche, y en vez de eso se despertaran una hora antes para hacer ejercicio, salir a caminar o escribir, dibujar, pintar o encontrar qué lo que los hace felices y los conecta más con ustedes mismos? Luego recién desayunarán y encararán el día como siempre.
Creo que hay una gran diferencia en ese momento del día en que el mundo está un poco más silencioso. Y si no es el mundo, al menos la casa está más silenciosa. Los pensamientos estás más vírgenes y las ideas todavía sin usar. Y, como bonus track, estamos en primavera, así que el sol sale antes y ya casi seguro es de día!
por Leo F. Ridano en Leo F. Ridano https://ift.tt/2nICo8y
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