Este tema es un poco difícil para mi.
Siempre pero siempre que di clases de computación expliqué que la computadora no es más que una herramienta y no hay que considerarla ni tratarla como si fuera más que eso. Nosotros tomamos las decisiones, nosotros buscamos el camino al utilizarla. En mi caso particular siempre enseñé aplicaciones relativas a lo gráfico y ahí se nota más todavía que las estructuras o diseños que nos puede ofrecer la computadora son limitados y muy posiblemente no se adecúen a nuestras necesidades. Sin embargo, son tan prolijas, tan rápidas y tan eficientes que muchas veces nos olvidamos de esto y pretendemos que resuelvan problemas que nosotros no podemos resolver internamente. Y ahí es cuando la cosa falla.
Piénsenlo. Y aplíquenlo al teléfono celular. Lo mismo. Un monstruo de diez por cinco por cero siete con una potencia impresionante.
Y acá va el punto al que iba, lo mismo está pasando con las cámaras fotográficas actuales. Son tan impresionantes, tan efectivas y resuelven tan correctamente todas las situaciones a las que nos enfrentamos que ya casi no vale la pena pensar demasiado antes de hacer una toma.
Le dimos el mando de nuestras imágenes a las cámaras. Les dimos el poder y consiguieron dormir nuestra imaginación. Pero lo peor de todo, es que cedimos la posibilidad de cometer errores y con eso se fueron también los descubrimientos serendípicos.
Hace rato perdimos la desprolijidad de escribir a mano, la falla en la toma mal expuesta o el tirar una foto para ver “qué pasa si”. Siento que es hora de que volvamos a ver la cámara fotográfica como una herramienta que sirve para expresarnos, sin importar mucho lo que digan los otros, si les gusta o no, lentamente vamos a volver a lograr fotografías con alma.
por Leo F. Ridano en Leo F. Ridano http://bit.ly/2QIAU8T
via IFTTT
Deja un comentario