Estaba en una clase, el sábado, y pensé en una fotografía que podría hacer con la cámara \”profesional\”, la cámara compacta y el celular medio pelo que tengo. Las tres que publico acá son con cada una de ellas.
Soy de la idea de que los fabricantes de equipo fotográfico encontraron hace mucho la forma de hacernos sentir unos inútiles si no tenemos lo último y que nuestras fotografías no serán buenas ni decentes siquiera si no invertimos un dineral.
Pero lo que hace buenas fotografías no es el equipo. Con tener algo que saque fotos como dice que saca ya debería alcanzar. Lo que faltaría, eso si, es que alguien nos enseñe el oficio, y eso si es otro cantar. Ese es mi laburo como profesor de fotografía (jeje, acá se cayó el chivo, de paso) y es lo que intento hacer al mejorar la experiencia de la gente que me contrata.

Hoy a la mañana pensaba cómo escribir de esto cuando \”mágicamente\” se paralelizó a mi vida interna, a mi Samskara, a esas inmensas huellas de pensamiento que constantemente me llevan a caer en los mismos lugares, en los mismo surcos de malestar y preocupación de los que ya, tanto tiempo después, me cuesta tanto salir y sigo sin poder definir si son reales o no.
Siempre estoy en búsqueda de la palabra mágica, del mantra que me saque de ahí, del curso milagroso que me enseñe a levitar, de la lectura de registros que traduzca lo que me pasa, del cambio alimenticio que no estoy comprendiendo y de la limpieza energética que finalmente desbloquee mis chakras, mis emociones y mis llantos secos… cuando comprendí que todas estas cosas, si bien ayudan, como lo haría una buena cámara en comparación con una berreta, no son más que un pequeño pedacito de la \”curación\” que estoy necesitando, son sólo un pequeño porcentaje de lo que puede devolverme el bienestar.

Porque casi todo el laburo es mío. Hace rato vengo \”aprendiendo\” partes del oficio para estar mejor, hace muchos años estoy destapando pequeños velos, sacando partecitas de mí que duelen, buscando ese pedazo de mi que quedó encerrado y bloqueado en el fondo del fondo. Al punto que eso, lo que queda bloqueado, y que hoy me parece inmenso, puede que no sea más que algo que sanará con práctica, práctica y más práctica.

En los talleres que doy suelo insistir que lo único que hará que tu fotografía o tu arte mejore es la práctica, la práctica constante y consciente, el trabajar, trabajar y trabajar es lo único que logrará que conozcas tu máquina sin mirar, tu mirada sin pensar, tus ideas sin analizarlas siquiera. Será natural, espontáneo.

Y en esto también. Y si, ya sé que me lo dijeron mil veces, pero admito que es la parte más complicada. Tener la constancia de sentarme y parar, de estar consciente en mi presente, de reconocer las huellas en este barrial que me tiran a la zanja. Me lo dijeron, pero ahora lo comprendo. La única palaba mágica es practicar, practicar y practicar. Intentar, intentar e intentar.

Y aunque prefiero la palabra mágica, sé que ya no será así.

Así que es hora de ir a… si, practicar.

Los abrazo.


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