Quería mostrarles esta foto antes de agarrar la bici para irme a sudar inconsistencias, dudas, temores, pensamientos que no construyen, pero que tengo pegados hace días y días.

A veces pareciera que las cascadas no son mucho más que agua que cae.

Pero cuando encuentro la paz de sentarme ante ellas, no puedo evitar pensar de dónde catzos sale tanta agua. Pero tanta y tanta agua que siempre intento imaginar en botellas pero no me da el RAM interno para la visualización necesaria. Y en ese momento sale el primer \”gracias\”, gracias por tanta y tanta bella y pura agua.

Sigo sentado, sigo mirando, sabiendo que al caer por el aire y pegar en las rocas explota en microgotas que humedecen todo el ambiente: el bosque, las plantas, mis anteojos, el lente de la cámara. Todo queda húmedo, brilla, vive. El agua da vida. La cascada hace que esta vida brille. Y yo agradezco otra vez. Maravillado.

Y el bosque, sano, y repleto de seres que son mucho más que árboles, juega su juego de oxigenar, de sanar, de arrullar mientras borra inconsistencias, dudas, temores y pensamientos que no construyen.

Agradezco.

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